Cartas a Dios, escrita y dirigida por el dramaturgo francés Eric-Emmanuel Schmitt, está basada en el libro homónimo del realizador, Óscar y la dama de Rosa, que ya sorprendió a los lectores con su afinado retrato sobre El señor Ibrahim y las flores del Corán y que ahora vuelve a dirigir cine tras su debut cinematográfico con la comedia Odette Toulemonde.
Cartas a Dios cuenta la historia de Óscar, un niño de diez años que está ingresado en un hospital infantil enfermo de cáncer. Ni los médicos ni sus padres se atreven a hablarle claramente sobre su enfermedad. Sólo Rose, la mujer despechada que le lleva sus pizzas, habla con él directamente y hasta le propone que se lo cuente por escrito a Dios. En sus cartas, Óscar confiesa su dolor y sus preocupaciones pero también le cuenta a Dios sus alegrías, su primer amor y le describe la velocidad a la que pasa el tiempo…
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Esta creativa historia recuerda a otra brillante película española, Vivir para siempre, del laureado Gustavo Ron. En Cartas a Dios, Schmitt se muestra mucho menos sutil que Ron, aunque también se agradece que no frivolice con asuntos tan resbaladizos. La grandeza de Schmitt reside en combinar con elegancia todos los elementos sin caer en sentimentalismos baratos y en hacer posibles los sueños, siempre desde una perspectiva cristiana. De ahí las fuertes convicciones religiosas del cineasta, que se suma a la lista de los realizadores extranjeros convertidos al catolicismo. Schmitt cuenta además con un buen trabajo del reparto, encabezado por Michèle Laroque, Amir, y el siempre solvente Max von Sydow.
Aunque le sobra algún exceso azucarado, Cartas a Dios afronta de modo optimista la enfermedad infantil, el descubrimiento del amor, las amistades importantes y el recurso a la fe. Así que si queréis disfrutar de un buen rato en el cine, Cartas a Dios es una película que no sobra en este martes de Pascua.
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Crítica de: José Luis Panero
Crítica de: José Luis Panero